Conocernos a nosotros mismos no
es fácil, ya que supone que conocemos nuestras capacidades, limitaciones,
defendemos nuestros intereses y nuestras motivaciones, sabemos lo que queremos
y sentimos en todo momento y, en la mayoría de las ocasiones, esto no es así, y
más que un conocimiento real de quienes somos conocemos quién creemos ser.
La mayor dificultad que se nos presenta a la hora de conocernos a nosotros mismos es que tenemos que hacer frente a esas partes de nosotros que no nos gustan demasiado, a nuestros defectos.
La mayor dificultad que se nos presenta a la hora de conocernos a nosotros mismos es que tenemos que hacer frente a esas partes de nosotros que no nos gustan demasiado, a nuestros defectos.
El conocimiento de uno mismo se
logra mediante la introspección, es
decir, analizarnos a nosotros mismos, tanto nuestro mundo interior, como
nuestra actuación frente al mundo exterior. Esta segunda tarea nos suele dar
datos más objetivos, ya que podemos analizar qué situaciones o actuaciones
cultivamos, de cuáles huimos, cuáles nos cuestan y cuáles disfrutamos, y de ahí
podemos concluir realmente cómo es nuestro comportamiento, cómo son nuestras
relaciones con los demás, nuestro comportamiento, nuestra madurez emocional,
etc.
Con ello, encontraremos el equilibrio psicológico y emocional, que
nos va a permitir llevar una vida auténtica que nos conduzca a la felicidad.
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